viernes, 21 de agosto de 2009

SI DIOS FUERA UNA MUJER

NO ES HORA DE JUGAR


NO ES HORA DE JUGAR


No se trata el presente texto de un manifiesto anti-lúdico, por la apariencia del título, si no de una sólida, lúcida y, en la redundante medida de nuestras posibilidades lúdica defensa del juego de los niños (as), y de la nefasta apropiación comercial por parte de algunas empresas , acerca de los juguetes infantiles. No existen “horas de juego”, cada niño es un revolucionario capaz de crear y recrear sus propios juegos en cualquier momento y con sus propias reglas (si es que existen), las cuales se van reinventando continuamente, con el afán de “darle vuelta” a la realidad y revolotearse en la fantasía.

El antipsiquiatra David Cooper agregó al respecto: “Cada niño es un artista, un visionario y un revolucionario, al menos de forma germinal, aunque el adoctrinamiento escolar no aya comenzado. ¿Cómo recobrar esa potencialidad perdida, como desandar lo andado desde el juego gozoso, verdaderamente lúdico que inventa sus propias reglas autónomas, hasta la conducta social, frívola, es decir, normal, que juega juegos ya reglamentados?”

El fatídico “recreo” escolar, aquel pequeño momento de “relax”, cronometrado por las agujas del presuroso reloj”, como dijo un lúdico Cortázar y al cual hay que rendirle culto por transformar el tiempo en mercancía y controlar tan bien nuestros deseos y desarmarlos. En los juegos reglamentados o de competencia lo lúdico se reduce al mínimo por aspectos como el obsesivo triunfo y las antojadizas reglas que determinan los fines que se buscan para los individuos, niños y adultos, en la mecanicista sociedad actual. Johan Huiziga, en su estudio sobre lo lúdico: “Homo Ludens”, parecería ignorarlo, pues su discurso adquiere un tono altamente totalitario cuando habla del “orden” en el juego, despreciando la voluntad individual lúdica.

El juego es, principalmente para los
niñ@s, uno de los pocos lugares en los que puede dar rienda suelta a su imaginación y creatividad, siempre voluntaria, y de esa manera liberarse, al menos momentáneamente, del yugo hogareño que frecuentemente propician los padres, que tejen unas redes de autoritarismo que pareciera imitar los mecanismos estatales, con el clásico autoritarismo patriarcal. El juego infantil se convierte en una artificialidad mimética de lo que ocurre en la sociedad, plagada de reglas, competencia y roles a cumplir en ella.

Es muy fácil darse cuenta de la intención de apropiación político-comercial de los juguetes, es decir de los supuestos objetos para jugar, por parte de las multinacionales, de la elaboración de juguetes cada vez más complejos en detrimento de la propia fantasía infantil. Bastaría darse una vuelta en una juguetería para encontrarnos con el masivo aumento de juguetes bélicos para los niños y muñecas para las niñas, en un afán de perpetuar y reproducir los conocidos papeles que desempeñan hombres y mujeres en esta sociedad injusta.

Basta, también , apreciar juegos como “monopolio”, para darnos cuenta que la sociedad esta basada en la fría competencia, en el “estatus” que da el poder del dinero y en la lucha política y encarnisada por el. El “mecano”, demasiado gélido y tipificado demasiado intelectual y sedentario, con sus tornillos, sus escuadras, sus ejes y sus planchas monótonas; se aleja demasiado de la fantasía y del libre movimiento del juego. Símbolo del juguete sosiolojicamente condicionada por el mundo industrial moderno.

Soldados, tanques, ametralladoras, pistolas, cascos; en fin , toda la tropa infantil esta lista dentro de unos años a morir por su patria, pues es común jugar a la guerra y disparar a enemigos invisibles. Niños que aún ignoran que la guerra no es un juego. Mientras tanto para las niñas , muñecas y demás, para que se preparen a desempeñar su “rol de madres y amas de casa “, sumisas y calladas.

Ni hablar del deporte, con sus inefables reglas y terca competencia, donde ay ganadores y vencidos, Dejemos que los
niñ@s) jueguen por jugar, que corran por el simple echo de hacerlo, que pateen una pelota si realmente quieren hacerlo.

En fin, juguetes y juego existen para todos los gustos, incluso te crean una realidad virtual, manipulada tendenciosamente por multinacionales como Sony y Nintendo que solo quieren seres inactivos o debidamente estupidizados sentados frente a la pantalla, asimilando su producto: imágenes altamente elaboradas, seres mecanizados y situaciones sofisticadas e increíbles, donde el verdadero mando de los controles los tiene esa empresa.

Este juego se extiende a la juventud y solo tiene por fin distraer y negar la capacidad imaginativa y creativa de la persona, sobre todo de los
niñ@s, quienes serian capaces de crear realidades y situaciones mucho más libres y creativas.

Se tiene, entonces, que revalorar la fantasía infantil, ayudemos a que sean capaces de descubrir sus juegos y su libertad. No pensar en juegos reglamentados u organizados, sino buscar, como en la escuela de Summerhill, el juego desde el punto de vista de la fantasía. En este juego no se requiere, necesariamente, de pericia, ni mucha competencia, ni trabajo en equipo. Si nos toca regalar un juguete a un niño, no busquemos el juguete complicado y excesivamente tecnológico pues esto no cabría en la imaginación del niño y su sabia curiosidad terminaría por romperlo. O, en todo caso, dejemos jugar a los
niñ@s libremente, como los juegos en el campo, que se basan en los cuatro elementos de empedocles: la tierra, el aire, el agua y el fuego; en su inagotable plasticidad, la materia en sus distintas combinaciones y en la variedad de sus estructuras: hierro, piedra, zinc, madera, arcilla, cobre, latón, madera, papel, hilos, etc. En el campo la naturalaza es parte del juego: son las plantas, los arbustos y las hierbas, para treparse y saltar los animales de la casa y el corral son compañeros del juego.

Los juegos y juguetes sencillos proporcionan habilidades, práctica y compresión intelectual inigualables, además que proporcionan un medio de organizar actividades con un mínimo de liderazgo o autoridad. Además, el juego es el juego por el mismo y solo busca el placer, y no existen un fin explícito determinado ni nada que lo subordine. Hay tantas maneras de jugar con objetos, situaciones y motivos simples; muchas veces, los
niñ@s buscan la sabia grandeza en los pequeños detalles de la vida, donde la solemnidad se ausenta, donde no hay horas restrictivas para hacerlo y donde finalmente se puede sonreír....Riamos junt@s.

Powered By Blogger

Mi lista de blogs