Un lunes no es cualquiera.

Los sonidos de la la sirena
se van perdiendo en las venas intrasitables,
autos detenidos, cuerpos cansados y sudorosos,
mientras algunos sueños se quedan varados en la vereda.

Luca espera dormido y en silencio,
la sirena continua sonando,
los autos aún estancados y con bullicio,
la neblina abre su paso a una noche de media luna.

Minutos de silencio en el pasillo baldío,
sonrisas esquivas, preocupaciones de fin de día,
minutos eternos terminan en cansancio,
una camilla rueda, en ella avanza su cuerpecito.

Persigo la camilla por pasillos desabitados
máquinas, sondas, preocupaciones...

Respira profundo pero lento,
sus ojos aún dormilones
todo en mi se emociona, mi aliento
se detiene, una risa adormece mi emociones.

Las ruedas de la camilla me conducen a un asensor
una voz detiene mi paso,
experimento una diarrea verbal
mi rabia se confunde con la desesperación,
son casi media noche y de ella no sé nada.
Sobre las frías bancas de espera una cuerpo débil atraviesa mis ojos rojos
una preocupación ahoga mi eterna espera.
Vestida de blanco, la joven doctora me dice que lo difícil pasó.
Sonrío al vacío. Me abrazan, me consuelo, me despreocupo.

Bienvenido a tu Tribu Luca Boris.